

Biblia y vida
Padre manuel Antonio Garcia Salcedo*
Arquidiócesis de Santo Domingo
Los Salmos recogen la vida de oración de Israel. Organizados en 5 libros, a semejanza del Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) estas plegarias marcan y recogen la vida laboral, guerrera, penitencial, suplicante, esperanzada y latréutico o de alabanza al único Dios lleno de atributos de clemencia, misericordia, clemencia y piedad. Con el libro de los Salmos a la mano pasemos las páginas repasando ahora su contenido oracional: Aproximémonos a los Salmos en su primer tramo.
Salmo 1: La primera palabra: feliz, dichoso, Bienaventurado es la empleada por Jesús en su primer sermón: las Bienaventuranzas del Sermón de la Montana… Dichoso el hombre que confía en el Señor.
Salmo 2: El Mesías, el Hijo de Dios vencerá a los adversarios.
Salmo 3: El Señor da la salvación y bendice a su pueblo.
Salmo 4: En la noche da la paz, en su seguridad se duerme.
Salmo 5: En la mañana escucha mi voz, considera mis pensamientos, atiende a la voz de mi clamor el Señor.
Salmo 6 y 7: El afligido es liberado, salvada su alma, por eso le alabaré. A partir del
Salmo 9 en la Biblia aparece una doble numeración que corresponde en el paréntesis al texto occidental.
En este tramo los Salmos tocan el tema de forma orante de lo que acontece con la psicología de los personajes del Pueblo de Dios: el oprimido, el justo, sus enemigos que son los mentirosos.
De los Salmos más populares y orados encontramos el 14: Señor, ¿Quién puede entrar en tu santuario?, 15: Protégeme Dios mío, me refugio en ti, 16: Guardarme como a la niña de tus ojos, 17: Roca mía, mi escudo, mi fuerza, mi salvador, 18 los cielos cuentan tu gloria, el firmamento la obra de tus manos… 21: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado? 22: El Señor es mi pastor, nada me falta, 23: ¡Portones, alcen los dinteles, levántense puertas antiguas, va a entrar el Rey de la Gloria!, hasta llegar el 26: El Señor es mi luz y mi salvación, el Señor es la defensa de mi vida, ¿a quién temeré, quién me hará temblar? ¿Cómo rezar?
Los Salmos nos enseñan como: A ti me acojo Señor no quede nunca defraudado… en tus manos encomiendo mi espíritu… Dichoso el hombre que es absuelto de su culpa…. Te confesé mi falta… Venga a nosotros la bondad del Señor como hemos puesto en ti nuestra confianza… Busquen y vean que bueno es el Señor (27-33).
Una radiografía histórica de La Nación Santa, el Pueblo Elegido, confiesa su desgracia y la causa de la misma. Su infidelidad, los enemigos que se lanzan contra ella y los hombres malvados que están en su seno. Estos son los Salmos 34-43. De la época del Templo, el requerimiento de un único culto al Dios de Israel, un culto más puro y fiel es requerido, en el que se destaque el arrepentimiento y la acción de gracias por sus obras, la confianza se recuperará en el Monte Sagrado, en Sion donde se encuentra Jerusalén, la ciudad del gran Rey Mesías elegido, Hijo del Altísimo. Tiene el Rey una vocación a dominar todas las naciones. Esta de bodas. Un séquito de vírgenes le aguardan ansiosas. Estos son los Salmos que encontramos desde su numeración del 44 al 67.
Grandes clamores se elevan desde el Salmo 68 al 82, en algunos casos el propio salmista presenta su causa desafortunada, en otros la comunidad en varios momentos de su historia y en otros evocando las hazañas pasadas y las gestas liberadoras de Dios con su pueblo.
Un aire de nostalgia y añoranzas lo envuelve todo hasta proclamar: ¡Cuan hermoso es tu santuario (Salmo 83), los llevas de altura en altura a tu morada y prefiero habitar a las puerta de la Casa del Señor que vivir con los malvados… más vale estar un día junto a ti, que mil lejos de ti… prefiero ser portero del Templo de mi Dios que es sol y escudo! La aflicción y la enfermedad esperan la respuesta favorable de los cielos.
La realeza y poderío del Señor es parte primera y esencial de la nación que ha conformado para siempre como indican los Salmos 88 al 109. En el 89 se encuentra la conocida aclamación: Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Esta sección de Salmos recoge la Historia de Israel y la acción de Dios a favor de su pueblo (101-109).
Señalamos al conocido Salmo 102: alma mía, alaba al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios.
Los salmos de la Pascua están conformados por el grupo que comprende desde el 110 al 117: Este es el día en que actuó el Señor. El Salmo más extenso de todos es el Salmo de la Palabra de Dios, el 118: Tu Palabra me da vida, dichoso el que con vida intachable camina en la ley del Señor… Tu palabra es lámpara a mis pies y luz en mi camino. 149 versículos.
Del Salmo 119 al 125 encontramos salmos empleados en la Liturgia de la Iglesia con mucha frecuencia en las misas, bendiciones y sacramentos: Alzo mis ojos a los montes de dónde vendrá mi auxilio… me alegré cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor… A ti levanto mis ojos que habitas en el cielo, La trampa se soltó y hemos escapado… los que buscan al Señor serán como el monte Sion… los que con lágrimas esparcen, cosechan entre sonrisas.
Destacamos ahora salmos clásicos entre los creyentes: 126 (si el Señor no construye la casa en vano se afanan los albañiles), 127 (texto acostumbrado para las bodas y bendición del hogar), 129 (la necesidad del perdón, utilizado para funerales y oraciones por los fieles difuntos), 133 (Para el rezo de las Completas al final del sábado: bendecir al Señor, todos los siervos del Señor…), 136 (¿Cómo cantaré al Señor en un país extranjero), 138 (Señor me conoces y me sondeas) 139 al 144 son salmos para implorar el auxilio del Señor ante la tentación, el acoso y ataque de los malvados. El 134 y los 5 últimos conforman los salmos del ALELUYA, las grandes alabanzas a Yahvé, están agrupados. Del 148 hasta el último salmo vuelve a unificarse la numeración de los salmos.
La colección de Salmos concluye en el 150 en el que intervienen todos los instrumentos musicales de la época para unirse a todo lo que respira alabe al Señor. Muchos salmos se nos han quedado por destacar como el salmo del pecado de David: misericordia Dios mío, lava del todo mi delito limpia mi pecado… Somos su pueblo y ovejas de su rebaño… ¡Que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben!, y muchos, muchos, muchos, más.
El ordenamiento de los Salmos, los Cánticos, textos de toda la Sagrada Escritura y Eclesiales a lo largo de los siete días de la semana conforman la LITURGIA DE HORAS dividida en Oficio de Lectura, Laudes, Horas menores o Tercia, Sexta y Nona, Vísperas y Completas.
Con los salmos respondemos a la Palabra de Dios proclamada en la Santa Misa y rogamos por los favores del cielo. *Doctor en Teología Católica.