
El presidente Luis Abinader reconoció que la corrupción está instalada y normalizada en los «territorios» (al interior del país), donde involucra no solo a ayuntamientos, sino también a policías, autoridades de medio ambiente y funcionarios locales de diversas instituciones públicas.
Según el mandatario, para mucha gente en las provincias, los sobornos y “pagos extra” para obtener permisos o evitar problemas se han vuelto parte de la rutina y pocas veces se denuncian.
“El problema de la corrupción en los territorios es el más difícil de controlar para nosotros”, declaró Abinader, señalando que la percepción de corrupción está más asociada al interior del país que a las estructuras nacionales.
“En las encuestas que hemos hecho, se ha determinado que cuando se habla de corrupción en el país, se piensa más en la corrupción en el territorio”, explicó, citando casos que involucran desde policías que exigen dinero hasta funcionarios de ayuntamientos y de Medio Ambiente que cobran para autorizar trámites.
El presidente admitió que existe una cultura de silencio, porque quienes podrían denunciar estas prácticas viven y conviven en las mismas comunidades con los responsables: “No quieren hacer las denuncias a nivel local, porque son parte de la misma sociedad”, dijo Abinader.
Una cultura difícil de romper
Abinader pidió a la ciudadanía dejar de ver la corrupción como “algo normal” y atreverse a denunciar. “Por la tradición que hay, por la historia, la gente dice ‘eso es parte, todos los gobiernos hacen esto’. No, vamos a actuar, que nos lo informen, que protesten y denuncien cuando vean corrupción”, reclamó.
La directora de Ética Gubernamental, Milagros Ortiz Bosch, informó que ya han realizado 12 visitas a provincias para levantar un diagnóstico sobre la corrupción territorial y que el informe será presentado al presidente. Ortiz Bosch dijo que trabajan junto a ministros y directores para encontrar mecanismos de apoyo y romper el ciclo de impunidad.
Corrupción cotidiana, reto institucional
A pesar de los llamados oficiales, la percepción de que el soborno y la “mordida” son parte de la vida diaria sigue predominando en buena parte del país. El propio presidente lo admite: la corrupción local, en todas sus variantes, es uno de los mayores retos que enfrenta la institucionalidad dominicana.