

Por Esmirna Gómez.-
Santo Domingo Oeste– Con una mezcla de júbilo, recogimiento y compromiso cristiano, la comunidad parroquial cerró este martes las Fiestas Patronales en honor a Nuestra Señora de la Evangelización, en una celebración que no solo marcó el final de nueve días de actividades, sino el inicio de un nuevo llamado a vivir la fe con mayor profundidad.
La solemne Eucaristía fue presidida por el Obispo de Baní, Monseñor Faustino Burgos Brisman, y concelebrada por el Padre Tulio Cordero, párroco de la comunidad. En este marco, se confirieron tres sacramentos fundamentales: la Eucaristía, “centro y fuente de la vida cristiana”; la Confirmación, que sella la fe con la plenitud del Espíritu Santo; y la Primera Comunión de uno de los feligreses, descrita por el obispo como “la primera de muchas, porque quien recibe a Cristo en el pan de vida inicia un camino que nunca termina”.
En su homilía, Monseñor Burgos Brisman ofreció una meditación que entrelazó las lecturas bíblicas del día con el ejemplo de la Virgen María. Destacó cómo, en los Hechos de los Apóstoles, María persevera en la oración junto a los discípulos; en la carta a los Gálatas, su “sí” hace posible la encarnación del Hijo de Dios; y en el Evangelio, su visita a Isabel revela el gozo de quien confía plenamente en el plan divino.
“María es el rostro del hágase”, expresó. “Su disponibilidad, su capacidad de acompañar y su confianza total en Dios nos invitan hoy a preguntarnos: ¿cuánto de nuestra vida está realmente abierta a que el Espíritu Santo nos transforme?”.
El prelado presentó motivaciones profundas para honrar a la Virgen María: Es Madre de Dios, portadora del Verbo eterno y símbolo del misterio de la encarnación. Es atenta y servicial, como lo demostró en las bodas de Caná y en su pronta visita a Isabel.Es cercana a nuestro dolor, porque comparte nuestra condición humana y acompaña en el sufrimiento.
Es intercesora constante, “ahora y en la hora de nuestra muerte”, recordando que su oración nos precede incluso cuando nuestra propia voz falla.
Al dirigirse a los jóvenes que recibieron la Confirmación, Monseñor Burgos Brisman los exhortó a no quedarse en el rito, sino a dejar que el Espíritu Santo “les empuje a salir de ustedes mismos, a servir al hermano, a rechazar el mal y a construir un mundo distinto”. Añadió: “Si todos, como María, nos atreviéramos a decir hágase, habría menos guerras, menos egoísmo y más amor verdadero”.
La misa, que también incluyó la Primera Comunión de un feligrés, se vivió como signo de esperanza y renovación. “Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida, y yo lo resucitaré en el último día”, recordó el obispo al subrayar la centralidad de la Eucaristía en la vida de la Iglesia.
Al cierre de la celebración, la comunidad agradeció el legado del Padre Marcial Silva, quien trajo a esta parroquia la imagen de Nuestra Señora de la Evangelización, y reafirmó su compromiso de hacer de esta advocación mariana un camino para anunciar el Evangelio con obras concretas.
“Hoy no termina una fiesta, hoy empieza una misión”, concluyó Monseñor Burgos Brisman, invitando a todos los presentes a perseverar en la oración, el servicio y la comunión fraterna.