

Por Esmirna Gómez.-
Santo Domingo Este. Con gran devoción y alegría, la comunidad de la Parroquia Santa Mónica celebró este lunes el séptimo día de sus fiestas patronales, una jornada que reunió a fieles de toda la comunidad para elevar oraciones, renovar la fe y dar gracias a Dios por la intercesión de su patrona.
La solemne Eucaristía fue Presidida por el Padre Fray José Hilario Abreu, OSA, junto al padre Héctor Luis Rosario, OSA. Durante la homilía, el padre Abreu llevó un mensaje profundo centrado en la perseverancia en la oración, la importancia del testimonio cristiano y el legado espiritual de Santa Mónica y su hijo San Agustín.
“Ella es un signo vivo de lo que significa confiar en el poder del Señor, el poder de la oración, esa oración que mueve montañas y corazones, incluso el de Dios, con ternura, amor cuando se hace de verdad, desde el corazón”, afirmó el sacerdote.
En su reflexión, el padre Abreu recordó la primera carta a los Tesalonicenses, considerada el primer escrito cristiano, anterior incluso a los evangelios. A partir de este texto, explicó cómo la experiencia del encuentro con el Resucitado transformó la vida de San Pablo, lo impulsó a llevar el Evangelio hasta los confines del mundo.
“San Pablo no se quedó en palabras vacías, sino que vivió una fe hecha obras, testimonio, alegrías en medio de las tribulaciones. Ese mismo camino lo recorrió San Agustín, antes que él.
Su madre Santa Mónica, quien con lágrimas, oración, perseverancia alcanzó la conversión de su hijo. La fe verdadera siempre produce un cambio de vida, un corazón que no puede quedarse igual, que tiembla, se conmueve, actúa”, señaló.
El predicador también hizo un fuerte llamado a no vivir una fe superficial ni de apariencia, sino una fe encarnada en la vida cotidiana:
“Seguir a Cristo no es teoría, no es sólo cumplir ritos externos, sino un estilo de vida que se traduce en obras concretas, en testimonio que habla más fuerte que las palabras. Santa Mónica nos enseña que la perseverancia, la oración, la confianza en Dios siempre dan fruto, aunque sea en medio de lágrimas y espera”.
Asimismo, advirtió sobre el peligro de una religiosidad vacía: “Jesús denunció a quienes cierran las puertas del Reino con actitudes hipócritas. La verdadera fe no se mide en apariencias, sino en la sinceridad del corazón, la capacidad de abrir caminos hacia Dios con humildad, paciencia, servicio”.
La celebración culminó con un llamado a la comunidad a seguir el ejemplo de Santa Mónica como mujer de oración, esperanza, a perseverar en la fe con un corazón sencillo, confiado y abierto a la acción de Dios.