

Por Esmirna Gómez.-
Hoy jueves 19 de junio, la Iglesia católica se viste de solemnidad para celebrar el Corpus Christi, una festividad cargada de profunda espiritualidad y simbolismo. Su nombre proviene del latín y significa “Cuerpo de Cristo”, y tiene como propósito rendir homenaje al misterio más sagrado del catolicismo: la Eucaristía.
La historia de esta celebración se remonta al siglo XIII, cuando Juliana de Cornillón, una monja agustina de gran fervor espiritual, comenzó a experimentar visiones en las que Dios le pedía establecer una fiesta especial dedicada al Cuerpo y la Sangre de Cristo. En el año 1208, Juliana compartió su experiencia con líderes eclesiásticos de la época, y con el paso del tiempo, su propuesta fue acogida por la Iglesia universal.
Aunque la institución de la Eucaristía ocurrió durante la Última Cena —cuando Jesús, reunido con sus discípulos, partió el pan y compartió el vino como signo de su entrega total—, la fiesta del Corpus Christi busca poner de relieve ese acto trascendental, que los cristianos reviven en cada misa.
La fecha del Corpus Christi no es fija. Se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección, cayendo siempre en jueves, lo que nos conecta simbólicamente con el Jueves Santo, cuando tuvo lugar la primera Eucaristía.
Más allá de lo litúrgico, el Corpus Christi es una invitación a renovar la fe, a caminar en procesión con Cristo presente en el pan consagrado y a reconocer, con humildad, que su cuerpo entregado sigue siendo alimento para el alma y guía para la vida.