

Por Esmirna Gómez.-
Santo Domingo . – Bajo el repicar de las campanas del histórico templo de Las Mercedes, se inicia la procesión, acompañado de la banda de música de la marina, los bomberos y el ejército. Esta devoción volvió a llenar de luz las calles de la Ciudad Colonial, este 24 de septiembre. Decenas de feligreses caminaron con velas encendidas, oraciones en los labios y esperanza en el corazón, en honor a la Virgen de las Mercedes, Patrona espiritual de la República Dominicana.
La jornada comenzó a las 4:00 de la tarde con una solemne Eucaristía presidida por el Fray Kelvis Acevedo Almonte, en la Iglesia de Las Mercedes. Una hora más tarde, a las 5:00 p.m., inició la procesión que se convirtió en un verdadero acto de fe viva. Cada paso estuvo marcado por cánticos, rezos del Santo Rosario y testimonios de agradecimiento que conmovieron a propios y extraños.

“Ella ha sido mi refugio en las noches de angustia y la fuerza que me levanta cuando siento que no puedo más. La Virgen nunca me ha dejado sola”, expresó con voz emocionada Clara Martínez , una de las devotas que compartió su testimonio durante la caminata, niños, jóvenes, ancianos avanzaban en un mismo espíritu de recogimiento. Algunos pedían salud, otros agradecían por la paz en sus hogares o por la solución a situaciones difíciles. En cada mirada brillaba la certeza de que María, bajo la advocación de las Mercedes, escucha y acompaña a su pueblo.
La imagen de la Virgen, delicadamente adornada con flores diferentes fue llevada en andas por miembros de la comunidad, devotos de todo el mundo que cada año realizan este recorrido para cumplir con alguna promesa o petición a la Virgen, mientras sacerdotes y monaguillos guiaban la plegaria. El aire se llenó de cantos marianos, convirtiendo las calles coloniales en un espacio de encuentro con lo divino.

La Virgen de las Mercedes, también llamada Madre de Misericordia, es símbolo de libertad, esperanza y unidad. En cada 24 de septiembre, miles de dominicanos renuevan su consagración a ella, recordando que su protección trasciende generaciones y une corazones más allá de toda diferencia.
Este año, la celebración en la Ciudad Colonial volvió a confirmar que, en tiempos de incertidumbre, la fe sigue siendo el camino más luminoso hacia la esperanza.